DESCRIPCION
El Castillo de Montalenghe, propiedad de notable valor histórico, arquitectónico y naturalista, está situado sobre un promontorio caracterizado por una hermosa vista del paisaje circundante que se eleva desde el centro del pueblo. Completamente protegida por un muro perimetral alrededor de toda la propiedad, mantiene las características de total privacidad y dominio sobre el entorno construido sin perder el confort. Se puede llegar en 15 minutos por autopista desde Turín, por las rutas del enoturismo y la gastronomía de los vinos del Canavese. Dos caminos de acceso permiten llegar en coche frente al Castillo y la Cascina. La propiedad se extiende sobre aproximadamente 6 hectáreas de terreno, caracterizada por tres ambientes bien definidos: el jardín, el bosque y el parque histórico en el que se pueden admirar 40 especies de árboles centenarios entre los que se encuentran ejemplares de Ginkgo Biloba, Sequoia, Tejo, Magnolia grandiflora, Plátano, Arce. En particular destaca entre todos ellos el Cedro del Líbano, de rara belleza, situado en el punto más alto del promontorio frente al Castillo, que cuenta con una circunferencia de unos 14 m, una altura de unos 35 m y una edad de unos 300 años, lo que lo convierte en uno de los árboles monumentales más grandes y longevos de Europa. Los primeros testimonios históricos de Montalenghe se remontan al siglo XII. En 1696 el feudo fue adquirido por Marco Francesco dei Balestrieri y en 1733 pasó a manos de los Negri di San Giorgio, que iniciaron los proyectos para la construcción de un nuevo edificio. En 1733 el arquitecto Carlo Giacinto Roero Conde de Guarene aceptó la tarea de ampliar el Castillo de Montalenghe, el proyecto concebido con fuertes referencias al estilo barroco del Castillo de Guarene, se puede reconocer en el diseño de la fachada, en la escalera monumental, en el Salón de Honor de doble altura, todo elegantemente distribuido en tres plantas, dos dedicadas a los nobles propietarios, enriquecidas por habitaciones con estucos, decoraciones, chimeneas y preciosos y el piso superior dedicado a los sirvientes. En 1800 Napoleón Bonaparte se instaló en el castillo de Montalenghe, elogió la belleza del jardín de flores y pronunció un breve discurso en la plaza de la ciudad. En 1860 el Castillo fue adquirido por el caballero Gualberto Gromis de Trana, quien realizó numerosas obras de restauración. La venta incluye también la Cascina Rossa, un encantador edificio de estructura típica piamontesa del siglo XVIII, situado dentro de la propiedad cerca del acceso desde la carretera, protegido por la Superintendencia como valioso bien histórico y arquitectónico. El Castillo y la Cascina Rossa inmersos en el gran parque forman un “unicum” de rara belleza, un oasis incontaminado de paz, naturaleza e historia que se adapta bien a múltiples actividades tanto para uso privado como para fines de inversión, además el reciente proyecto de recalificación ya autorizado por la Superintendencia aprovecha la posibilidad de iniciar las obras de restauración de recalificación también para la creación de nuevas unidades de vivienda. El Castillo de Montalenghe se encuentra en un pueblo del Canavese, mencionado en los mapas antiguos con el nombre de Castrum Montalegarum, quizás por la forma primitiva del pueblo que se extiende en franjas a lo largo de la colina, o por su posición, mencionada en el Glosario de Ducange con el término Montislega que significa locus silvestris. La localidad de Montalenghe está situada entre la Serra d'Ivrea, el Po, la Stura di Lanzo y los Alpes Grayos, en la parte norte de la provincia de Turín, rica en cursos de agua, colinas y cadenas montañosas, algunas de las cuales son notables. Entre los diversos edificios de particular importancia histórica encontramos la Iglesia de San Pietro del siglo XIII, la Iglesia de la Beata Vergine delle Grazie del 1760, el Castelvecchio, construido entre los siglos XI y XII. del que hoy sólo quedan las ruinas y finalmente el Castillo construido sobre una estructura preexistente del siglo XII-XV. El primer testimonio histórico de Montalenghe se remonta al siglo XII gracias a un documento que atestigua la presencia de un asentamiento en la cima de la colina, pero es a partir del siglo XIV que el feudo comienza a convertirse en un importante centro de guerras civiles entre los güelfos, señores de San Martino, y los gibelinos, señores de San Giorgio. Un episodio sangriento de esta pequeña guerra feudal se debe a la rebelión de los soldados y del pueblo de San Giorgio subordinados a los Condes de San Martino: en 1339 atacaron el Castillo masacrando a la guarnición y parte de los habitantes, obligando al anciano señor feudal a rendirse. Durante el siglo XVI, los Saboya también intentaron apoderarse de estas tierras, hasta que en 1616 se firmó la Paz de Cherasco con el juramento de lealtad al duque Carlos Manuel I de Saboya. En 1696 el feudo fue adquirido por Marco Francesco dei Balestrieri y en 1733 pasó a la familia Negri di San Giorgio que inició los proyectos para la construcción de un nuevo edificio con características estéticas y funcionales más adecuadas a las nuevas necesidades del entretenimiento. Entre la segunda mitad del siglo XVII y todo el siglo XVIII se inicia en el Canavese un período de paz y prosperidad económica que lleva a los nobles a construir casas para vivir, incluso para estancias temporales. Estas construcciones surgen en una zona montañosa, en una posición estratégica y soleada, con amplios jardines destinados a las vacaciones y al ocio. El proyecto del Castillo de Montalenghe preveía la construcción de pabellones laterales simétricos añadidos a una estructura preexistente en la cima de la colina, medio destruida en 1699, todo elegantemente distribuido en tres plantas, dos dedicadas a los nobles propietarios, enriquecidas por salas con estucos, decoraciones, chimeneas y preciosas pinturas de Crivelli y la planta superior dedicada a los sirvientes constituida por habitaciones sencillas sin decoraciones y de una altura decididamente inferior a las inferiores. En 1800 Napoleón Bonaparte, junto con su escolta, se instaló en el castillo de Montalenghe, elogió la belleza del jardín de flores del castillo y pronunció un breve discurso en la plaza de la ciudad.