DESCRIPCION
Desde el primer destello de luz que se cuela tímidamente por la ventana, mi día comienza con una invitación irresistible: el paseo matutino por el paseo marítimo que va de Torre Valentina a Palamós. Con el aroma del mar y la fresca brisa acariciando mi rostro, me sumerjo en esta rutina que me llena de energía y serenidad. Cada paso a lo largo del camino es una pequeña aventura, un encuentro con la tranquilidad y la belleza que solo el amanecer junto al mar puede ofrecer.
Después de un rejuvenecedor paseo, regreso a casa con una sonrisa en los labios y el corazón lleno de gratitud. Es hora de disfrutar de la playa, así que cojo mi toalla y me sumerjo en las cristalinas aguas que acarician la costa. Con el sol acariciando mi piel y el sonido del mar como música de fondo, cada momento es una pausa para el alma, una conexión con la naturaleza que me llena de alegría.
De vuelta en casa, me entrego a mi pasión culinaria. Con ingredientes frescos y aromas que evocan el mar, preparo una deliciosa comida marinera típica de la zona. El sabor de los mariscos y pescados cocinados con esmero llena la cocina, creando una sinfonía de sabores que despiertan mis sentidos y alegran mi corazón.
Una vez satisfecho el apetito, subo al espacio chill out en la parte superior de la casa. Entre cojines mullidos y vistas panorámicas del mar, me relajo con una taza de café y me dejo llevar por el dulce abrazo de una siesta reparadora.
Al atardecer, la casa cobra vida con la llegada de amigos queridos. Nos reunimos en la terraza, donde una barbacoa aguarda con ansias. Con el mar como telón de fondo y risas que llenan el aire, disfrutamos de una velada inolvidable, compartiendo historias y creando recuerdos que perdurarán por siempre en nuestros corazones.